En nuestra visión, el diseño es un descubrimiento continuo. Cada proyecto inicia con un hallazgo, un momento en el que logramos captar la esencia de lo que representa la marca, el espacio o el propósito de nuestros clientes. Para explicar la complejidad de un contexto, solemos recurrir a analogías: palabras o frases que nos permiten traducir las ideas en algo sencillo y cercano. Algo que hable directo a las emociones, que sea capaz de acercarnos a las personas, a sus vivencias, a sus formas de sentir.
Nuestro proceso va más allá de lo evidente. Creamos experiencias que no solo se ven, sino que hablan, guían y conectan de manera profunda. Nos dedicamos a rebuscar, reinterpretar y refinar hasta encontrar la esencia más auténtica y singular de cada marca. Sin importar su tamaño o complejidad, sabemos que todo se puede crear cuando se tiene una base conceptual sólida, una idea que sea lo suficientemente poderosa para trascender lo visual.
El hallazgo en #Marval: Un puerto en el corazón de la ciudad
Uno de esos hallazgos llegó cuando descubrimos que una oficina podía latir con el espíritu de un puerto. Así nació el concepto para el branding interior de las oficinas de Marval en el #WorldTradeCenter de Santiago: una reinterpretación de su vínculo con el mar, su historia y el ciclo vital que conecta la tierra con el océano.
Marval, como empresa, convierte distancias en conexiones. Transporta carga por el océano, de un continente a otro, un proceso continuo que mantiene al mundo en movimiento. Ese ciclo vital nos inspiró para crear el concepto de “tierra — mar — tierra”, una metáfora visual que reflejara su historia y su conexión con el puerto. El mar, que conecta continentes, se convierte en el alma del espacio.
Partimos de Valparaíso, un puerto vibrante con una historia rica en comercio y humanidad, y rescatamos sus visuales más significativos: los muelles, las embarcaciones, la gente, los matices que reviven el trabajo portuario. Al llevar estas imágenes simbólicas al corazón de Santiago, creamos un espacio donde el mar no solo es una metáfora visual, sino también una memoria compartida.
Cada cristal, cada muro, cada detalle del espacio se transformó en un mapa de memoria y pertenencia, un recordatorio constante de los orígenes de la empresa. Así, lo que comenzó como un desafío de diseño se convirtió en un proyecto profundamente conectado con su propósito.
Este es solo un ejemplo de cómo el branding interior puede ser mucho más que funcionalidad. Es un #wayfinding emocional, un puente entre el pasado, el presente y el futuro de una marca. Un lugar donde historia, identidad y misión se entrelazan, creando una experiencia completa que habla a los sentidos y al corazón.

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